Rompiendo Paradigmas

Ultimate Femenino: Una dinámica social de Transformación.

“Rompiendo paradigmas”

por: Andrea Trujillo R.*

Para nadie es un secreto que las mujeres hemos estado históricamente más alejadas de las prácticas deportivas que los hombres, el hecho de sudar e incluso el hecho de transformar sus cuerpos y percibirse “masculinas” es una de las causas más comunes; por eso los deportes predilectos entre estas son los individuales y en general los que no tengan mucho contacto con el otro; son pocas las que se atreven a ingresar al campo de batalla, a luchar una a una con su rival, a ensuciarse y hasta “lastimarse”.

Independiente de las causas que tenemos como individuos para jugar Ultimate, es todo un acto de valentía que merece ser aplaudido, pues cada una de las mujeres que están inmersas en este deporte ha peleado con la sociedad y hasta con ella misma para estar aquí, ha hecho grandes sacrificios y ha nadado en contra de la corriente y de los paradigmas.

Dejar la comodidad de la casa o la del gimnasio por una cancha para entrenar es un acto heroico, cambiar los tacones por los guayos es todo un fenómeno que tiene mayores incidencias de las que un hombre puede imaginar, pues la familiaridad de ellos con este objeto es mucho mayor que la nuestra, de hecho, es inusual que un hombre no haya tenido en su niñez unos guayos, mientras que para muchas de nosotras, sino para la mayoría, estos elementos solo aparecen en nuestras vidas por el Ultimate… y acostumbrarse a correr con ellos para muchas es un acto traumático que hasta tiene implicaciones en sus rodillas, pero ahí siguen, luchando por acoplarse al mayor “aliado” en esta carrera por superarse.

Porque decidimos entrenar cada noche, empantanarnos, sacrificar fines de semana, cambiar fiestas y paseos por torneos y hasta abandonar un poco la familia y los amigos por el Ultimate? Primero porque el deporte influye notablemente en nuestra percepción como mujeres, porque nos pone retos cada día, porque nuestra autoestima y confianza se incrementa, porque cada día nos reinventamos y asumimos nuevas metas y porque además el deporte en general abre restricciones que imponen los estereotipos de género.

El Ultimate no sólo nos aporta físicamente, nos ayuda a planear nuestra vida de manera más organizada, nos ayuda a ser más disciplinadas y tener mejores hábitos de vida; y como si todo esto fuera poco, en nuestros equipos más que compañeras, encontramos otras mujeres muy diferentes en sus quehaceres pero con una pasión en común, el equipo y el deporte, lo que a la larga las convierte en casi hermanas, con las que compartimos muchas horas de nuestras vidas.

La posibilidad de expandir redes sociales es una de las razones más comunes por las que muchas mujeres ahora practican Ultimate, y aunque para algunos es reprobable, creo que encontrar gente con la que uno puede identificarse y compartir gustos y espacios es una razón tan valedera como para la que solo está interesada en ser la “mejor” deportistas, pues sería absurdo desconocer que somos seres sociales y que este es un deporte en equipo, donde la interacción es fundamental para un buen desempeño en la cancha.

Y el manejo de esas relaciones sociales creo que son el mayor karma para los equipos femeninos, no solo al interior sino con los demás grupos existentes. Aunque odio admitirlo, creo que las mujeres tenemos una infame tendencia a complicarnos las cosas, a hacer supuestos, a malinterpretar comentarios y sobre todo a ser poco asertivas. Somos las mejores para armar líos donde no los hay, y las envidias, las mentiras, los chismes, hacen que mantener un ambiente armonioso dentro de los equipos sea mucho más difícil en el caso femenino que en el masculino… si toda esa competencia interna que se genera lográramos canalizarla en el deporte seriamos sin dudarlo grandes deportistas, pero siento que desafortunadamente dedicamos mucho de nuestro tiempo a crear y solucionar discordias nacidas de la hipocresía y los sentimentalismos.

No es tan difícil llevar nuestros grupos a otros niveles de comunicación y de relación… establecer reglas claras a la hora de desacuerdos, manejar ciertos protocolos y “reglas” de comportamiento, y sobretodo llevar todo el cuento del “Espíritu de Juego” a un plano fuera de la cancha y asegurarnos de resolver los conflictos conversando y no omitiéndolos. Y algo muy importante, es tener muy claro que somos deportistas, que debemos actuar como tales, que en la cancha no hay tratos diferenciales y que se te mide por resultados… creo que eso evitaría muchos llantos y disgustos. Saber en qué posición estas, como actuar y que esperar.
Pero estoy segura que el Ultimate ha contribuido infinitamente a cambiar muchas de las mentalidades de mujeres que hemos llegado al deporte, por un lado asumiendo los restos personales, creciendo como deportistas y por el otro, haciendo un gran esfuerzo para ser grandes personas y crecer constantemente, interiorizando el autocontrol del que habla el Espíritu y luchando por los ideales de un grupo, esforzándonos por trabajar en equipo y dejando los intereses individuales a un lado para que primen los del colectivo; velando por cambiar ese concepto preestablecido que se tiene de nuestro género para convertirnos en esa nueva generación de mujeres, independientes, seguras, exitosas y capaces de trabajar de la mano con otras mujeres. Creo que esa es la labor más importante del Ultimate Femenino en nuestro país, que más que un deporte se ha convertido en una dinámica social de transformación, capaz de romper estigmas y que pretende llegar a las mujeres como un fenómeno de equidad y de unificación de género velando por la inclusión y valorización de lo que somos, desde nuestras diferencias.

* Andrea es capitana de Revolution
e integro el equipo de Colombia en los pasados mundiales.